La mítica moneda española que dio lugar a la práctica totalidad de las monedas mundiales –como el dólar americano, los múltiples pesos latinos o el yen (por citar unos pocos)– sufrió una serie de cambios en su diseño a través de los siglos. Estas variaciones constituyen un verdadero tesoro para los coleccionistas de monedas.
Ya en el pasado hablamos del real de a ocho: la divisa que capitalizó el comercio internacional entre los siglos XVI y XIX. Esta moneda se caracterizó por la fineza de sus especificaciones técnicas, con cambios mínimos durante los tres siglos de vigencia, y fueron responsables de su amplia aceptación en los distintos rincones del planeta a los que llegó.
No obstante, en algunos casos se llegaron a variedades muy interesantes, más allá de reemplazar el perfil y nombre del monarca. Algunas variaciones fueron tan famosas y aceptadas que pasaron a convertirse en la imagen “oficial” del real de ocho, y se nos vienen a la mente cuando nos mencionan palabras como “peluconas”, “columnarios” o “macuquinas”. Otras, por el contrario, pasaron al olvido al asociarse a ajustes por lo general mal recibidos por la población.
A continuación hablaremos del diseño del 8 reales: un aspecto tan fascinante como su importante papel como divisa internacional.
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Los primeros ocho reales de la historia
Carlos I de España, creador de la nueva moneda en 1537, era consciente de que este nueva pieza debía ganarse su aceptación entre la gente. Para ello, dispuso que los primeros reales de a ocho europeos se acuñaran siguiendo las disposiciones que la Pragmática de Medina del Campo, promulgada por los Reyes Católicos décadas atrás, establecía para los tipos de la moneda de un real:
Que en los reales se pongan de la una parte nuestras armas reales, y de la otra parte la divisa del yugo de mi rey, y la divisa de las flechas de mi reyna: y que diga en derredor continuando en ambas partes: Fernandus, et Elisabeth Rex, et Regina Castellae, et Legionis, et Aragonun, et Siciliae, et Granatae, o lo dello cupiere.
Pragmática de Medina del Campo, 1497.
Por el contrario, en el caso americano, mandó a que se empleasen las mismas normas en cuanto a pureza, pero un motivo nuevo, específico del mandato conjunto con su madre, la reina Juana I:
…el cuño para los reales sencillos y de a dos y tres reales ha de ser de la una parte castillos y leones con la granada, y de la otra parte las dos columnas, y entre ellas un rótulo que diga plus ultra, que es la divisa del emperador mi señor, (…) y en el letrero de toda la dicha moneda de plata diga Carolus, Ioanna Reges Hispanie, et Indiarum, y lo que de esto cupiere, y póngase en la parte donde hubiere la divisa de las columnas una M Latina que se conozca que se hizo en México.
Cédula y ordenanzas para la Nueva España, 1535.
Este sería el origen de las famosas columnas que tanto caracterizó a las monedas del Nuevo Mundo.
Un nuevo diseño y difusión llegaría para estas monedas en tiempos de Felipe II, un rey bajo cuyo mandato el Imperio Español se convirtió en una potencia de alcance mundial.
La nueva estampa del 8 reales
Felipe II, a través de su Pragmática de la Nueva Estampa (1566), haría que los reales de a ocho ibéricos y americanos pasaran a llevar en su anverso y reverso el mismo motivo. Por el primer lado las armas de la Monarquía Hispánica, y por el otro una cruz griega con castillos y leones acuartelados. La leyenda que rodearía este motivo exaltaría al gobernante como rey de España y las Indias por gracia de Dios.
Años después, los adelantos técnicos del Real Ingenio de Segovia permitieron añadir una corona cerrada rodeando el escudo español y el año de acuñación, que con la Pragmática de San Lorenzo (1588) se expandiría también a las amonedaciones de otras cecas.
Las columnas de Hércules en las cecas suramericanas
Hasta tiempos de Felipe IV la moneda española mantuvo los tipos anteriores. No obstante, en el caso de la indiana, ocurrió la división de motivos entre la Nueva Estampa, que se mantuvo en México, y las columnas de Hércules, que se implementó en los cuños suramericanos. Éste se caracterizó por llevar en su anverso el cuartelado de castillos y leones, mientras que el reverso ostentaba los míticos pilares sobre las olas del mar, la leyenda “Plus Ultra” al centro de la moneda, el valor facial y el año respectivamente arriba y debajo de ella. Sería el tipo por el que la moneda “macuquina” (hecha a golpe de martillo) se conocería universalmente.
Las monedas de la Virgen María
Llegado el reinado de Carlos II, su Pragmática del 14 de octubre de 1686 supuso la redefinición del monedaje castellano (más no así del americano, que permaneció invariable). El real de a ocho peninsular sufrió una reducción en sus características, al punto de que el indiano pasó a valer 10 reales en la metrópoli, y a denominarse “escudo de plata”.
En cuanto a diseño, las efímeras piezas ajustadas a esta norma llevaban en su anverso el blasón español cuartelado con castillos y leones, rodeado por el collar de la Orden del Toisón de Oro y rodeado por la corona real cerrada. El reverso, por otro lado, mostraba el monograma de la Virgen María bajo una cruz latina trebolada que, a su vez, estaba flanqueada por el valor facial de la moneda. La leyenda “protectione virtute” (la protección de la virtud) completaba el conjunto de una pieza conocida hoy en día como “María”, pero que en su época era referida como “real de plata”.
Peluconas y columnarias
El sucesor de Carlos II, Felipe V, ajustó mediante la Real Ordenanza del 9 de junio de 1728 las características de la moneda de plata. El real de a ocho volvería a tener, en la península e indias, el mismo gramaje, y debería ser acuñado con cordoncillo en el canto, “para dificultar por este medio el cercén, y la falsificación”. En cuanto a tipos, en España se impondrían el perfil derecho del monarca en el anverso, y el escudo real coronado en el reverso: eran las llamadas “peluconas”. En América, en cambio, lo harían el blasón real por el anverso y los mundos coronados y flanqueados por los pilares de Hércules en el reverso: las “columnarias”.
Tras esta modificación, y hasta la desmonetización del real de a ocho, no ocurrirían sino cambios menores en las piezas. A partir de Carlos III, algunas monedas mostrarían las armas reales flaqueadas por las columnas de Hércules -la raíz del actual blasón de España-; Fernando VII abandonaría la peluca en su retrato; y el francés José Bonaparte colocaría su perfil izquierdo en el anverso, con el escudo español adoptando elementos heráldicos napoleónicos en el reverso.
Real de a ocho mexicano, tipo “pelucón”, acuñado en 1793 a nombre de Carlos IV. Fuente: Blog Numismático
Los resellos en el real de a ocho
Isabel II no acuñaría reales de a ocho como sus predecesores, pero sí resellaría algunas piezas de esta denominación fabricadas por ellos y las cecas de las nacientes repúblicas americanas, así como lo hicieron las naciones que llegaron a ver circular la moneda española en su territorio.
Los resellos le imprimirían una enorme variedad a la tipología del 8 reales, para la cual este artículo se quedaría corto; no obstante, sí podemos afirmar que se verían marcas de lugares tan disímiles como Arabia, Birmania, Ceilán, China, Portugal, Sudán, Tailandia, Zanzíbar y la propia España.
Resellos sobre reales de a ocho españoles y americanos. Birmania, Ceilán (Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales). Fuente: Wikimedia Commons
Tras el derrocamiento de Isabel II, el nuevo gobierno estableció la peseta como unidad monetaria, tanto por motivos políticos -eliminar los vestigios de la monarquía borbónica en la moneda- como prácticos: implantar el sistema métrico decimal en el marco de la adhesión de España a la Unión Monetaria Latina.
Este hecho significó el ocaso del antiguo numerario peninsular y el del propio real de a ocho. Sin embargo, el legado de esta moneda sobreviviría muchos años más, pasando a la historia como la primera divisa universal, precedente de la libra británica y el dólar estadounidense.
Fuentes y referencias
Abilleira Crespo, Yago (2018). Las “Marías” y los pesos escudos. Blog Numismático. Consultado el 7 de marzo de 2022. Referencia.
Cano Borrego, Pedro (2018). Los primeros reales de a ocho acuñados en los Reinos de Indias. Oroinformación. Consultado el 20 de febrero de 2022. Referencia.
Cano Borrego, Pedro (2018). Los primeros reales de a ocho de las Cecas Castellanas. El Eco Filatélico y Numismático, LXXIV (1.273), 46-48. Referencia.
De Francisco Olmos, José (2009). La heráldica monetaria castellana de Carlos I: una afirmación de legitimidad dinástica y territorial. Hidalguía, LVI (334-335), 421-493. Referencia.
Ruiz Trapero, María (2013). La reforma monetaria de Felipe V: su importancia histórica (pp. 383-402). Referencia
Museólogo e investigador de profesión, numismático por afición. Fue comisario de la colección de monedas, billetes, fichas y medallas del Banco Central de Venezuela, y encargado de poner en marcha su museo de especies monetarias. Puedes conocer más sobre su trayectoria en Academia.edu and on Linkedin.